miércoles, 29 de septiembre de 2010

particular ladrido

El edificio esfuerza su cabeza innominada para cubrir la verdad:

el humbolt y deshacer el norte de los viejos cuentos que abrigan al mirador. También en la esquina, su cráneo lee: "moi" con tinta desconocida. ¿Quién inventó aquél pronombre francés para desollar el idioma labrado del día?

En ese atolladero se inscribe "moi", en tiza, en carbón, "moi" el edificio

Más allá de los pliegues moi contingentes

la vereda moi que lleva a un espacio continental

Donde hay música todos los sábados moi oui músi-cat

Entre sudores y reciclados sonoros

Más allá aún dos negrotes que ensayan una melodía moist

En la terraza

un rancho mira ¿? besando la paradoja cúrvase

Y más allá, más lejos, se abre el mar: lienzo de aceite azul como un cuadro de Feito blue

hecho por millones de manos de animales desgarrándose así

“Moi” el edificio

“moi” no puede ser alguno de nadie

De ser así tendría que cubrir todos los horizontes con su texto duro y

encarnizándose

decir

Moi

-Moi-

¡moi mamá!

Y Moi se revela inerme,

tiene tantas distancias desde un mismo pliegue

.